DIVERSIDAD Y MARKETING                                

Embosqadas fue durante los primeros años un proyecto informal, algo que hacíamos porque nos encantaba, pero sin tener ni idea de cómo darlo a conocer. Así que tras la pandemia, cuando me di cuenta de que era mi propósito vital, decidí formarme un poco en el mundo del emprendimiento.

Hay muchísimos programas para ayudar a emprender, y yo pasé por varios. En todos ellos el sistema que proponen para la comunicación del proyecto es similar: tienes que encontrar tu público objetivo, tu cliente ideal, aquel que estaría encantado de acudir a tu actividad. Para eso te piden que hagas un ejercicio de representación ficticia donde tienes que Imaginar su aspecto, su edad, dónde trabaja, cómo es su vida, que hace en su tiempo libre, y así hasta lo más concreto que puedas. Esto se llama “buyer person” y es un concepto importante en las herramientas de comunicación, porque a partir de ahí, le hablarás a esa persona imaginada.

Siempre me he estrellado en este ejercicio. Yo llevaba ya unos años haciendo campamentos para personas adultas, y siempre me sorprendió lo muy variados que eran los grupos. En edades, actitudes vitales, ideologías, aficiones, opciones sexuales, etc. y luego además estaba el tema de la profesión, porque yo pedía expresamente a la gente que no hablaran del trabajo, y cuando se iban no tenia ni idea de a qué se dedicaban.

Si algo me encanta de los grupos emboscados es cómo se las apañan para conectar tanta diversidad. Y acaban creando una pequeña tribu donde todos caben, nadie queda fuera. Me emociona ver esto.

Hacer ese ejercicio me hacía sentir mal. El ejercicio me provocaba un sentimiento de pérdida. Como si a una madre le hicieran elegir a uno solo de sus múltiples hijas e hijos, y mirarle solo a él. No era capaz de elegir una persona, del muy variado espectro de seres humanos que llegan a Embosqadas, simplemente porque una de las cosas que más me gusta de Embosqadas es su diversidad.

Y si me paro a pensar un poco más en esto, acabo sorprendida por la sociedad tan rara que hemos creado. Nos cuentan que son los algoritmos de las redes sociales los que están provocando la polarización, pero en realidad éste capitalismo tardío, – que está alcanzando límites por todos los lados: de desigualdad, de acumulación de capital, de derroche, de agotamiento de recursos, de falta de ética y moral,- sostiene la segregación de las personas de muy diversas maneras.

Quizá una de ellas, no la más importante, claro, sean éstas herramientas de marketing. Si sólo nos relacionamos con los iguales, perdemos capacidad de empatía con los que no son como nosotros. Y si añades el individualismo en que se fundamenta nuestra cultura actual, entendemos un poco más por qué nuestras sociedades se están desmoronando.

Hace unos años, hice un viaje en bici por el noroeste de Irlanda. Un zona del país de naturaleza salvaje, y poco turismo. Una de las cosas que más me sorprendió fue que las comunidades locales se juntaban en los pubs sin segregarse. Veías todo tipo de gente junta. Gente joven y mayor, hombres y mujeres, niños…y eran personas extremadamente acogedoras. Aún no te había dado tiempo a sacar el mapa y ya tenías a un irlandés preguntando si necesitabas que te indicara algo.

Siento que necesitamos vidas más diversas, ser conscientes de que nuestras culturas, aprendizajes, condiciones, experiencias, lugares geográficos, referentes, etc. nos conforman a cada cual como seres únicos, y al mismo tiempo, formando parte de la humanidad, con todos los demás.

Es por eso que renuncio al “buyer person”, no habría imaginación suficiente para traer a todos y cada uno de los perfiles humanos que pueden llegar a Embosqadas. Tendré que confiar en que ellos y ellas, sigan buscando hasta encontrarnos, y aparezcan un día, sonrientes, con su mochila a la espalda, el primer día de un campamento.